martes, 24 de junio de 2014

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Mi umbral del dolor es muy bajo, así que con frecuencia todo me duele, es un mal  que traigo por herencia. Tal vez lo peor en mi es que también los dolores del alma me duelen en el cuerpo, cada que alguien se va de mi vida siento como si me arrancarán una extremidad de mi cuerpo, en algunos casos es mínima, como si me cortara una uña al ras y sólo se siente extraño cuando tu mano rosa sin querer algún objeto, con el transcurso del día se va olvidando esta sensación y el cuerpo se acostumbra pero algunas pérdidas duelen como si me arrancarán una extremidad, como si cortaran de tajo una mano o una pierna y entonces quedo incompleta, siento al instante una sierra eléctrica que poco a poco corta algo de mi algo que no podré recuperar, también algunas pérdidas son como si me desollarán, como si quitaran de tajo un pedazo de mi piel, con una navaja afilada, entonces tengo un ardor constante y me siento desprotegida sin el órgano más importante para sentir, las sensaciones disminuyen y entonces todo se marchita. Algunas pérdidas se sienten como si me quitaran un órgano por ejemplo un pulmón y entonces me cuesta mucho trabajo respirar, siento que me ahogó, siento el aire pesado y caliente en mi cuerpo me siento asfixiada y me paralizo en totalidad y sólo una vez he sentido que me arrancan el corazón, con un bisturí han abierto mi pecho han metido la mano y han arrancado las esperanzas de seguir, entonces duele, duele y se acaba la respiración, se acaba la visión, las ganas de vivir.

Cada pérdida es distinta y cada que alguien se va de mi vida se lleva consigo una parte de mi.

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