miércoles, 12 de febrero de 2014

Fusilamiento.

Explote, después de tanto explote, no podía ya seguir luchando sola contra todos esos monstruos, ya había perdido muchas batallas para continuar de pie, así que baje las armas y subí la bandera blanca de La Paz, puse las manos al aire y deje que acribillarán lo que me quedaba de inocencia, el pedazo de orgullo, las agallas, el cuerpo y el alma.

Me acerque al muro de los fusilados caminando lentamente y con los ojos bajos, miedo no tenía, sólo una infinita tristeza que se notaba en las lágrimas que corrían por mi rostro y que el aire se llevaba. Por mi cabeza pasaba la palabra frustración como un relámpago que me azotaba, eso era lo más doloroso, tener que aceptar que ya era demasiado.

Me pare en frente de ellos, eran siete  y a cada uno lo vi a los ojos y a cada uno le regale una cálida sonrisa y les agradecí que terminarán todo ya de una vez, les pedí que no dejaran nada, que me comieran, que me enterrarán y que después se dieran la vuelta y se marcharan olvidándose de mi. 

Uno dio un tiro en la mano izquierda, el otro en la derecha, mis palmas están abiertas, otro dio en mi vientre, el cuarto dio en el cuello, el siguiente en la boca, hubo uno en mi frente y el último el que más dolió fue en el corazón.


No hay comentarios: