martes, 6 de noviembre de 2012

La niña con alas de Mariguana.

Yo siempre me he considerado invisible, por lo general nadie voltea su mirada hacia mi, me parece raro que alguien me vea, cuando era mas joven (15,16 años) eso me molestaba ¿Porqué nadie me mira? era una pregunta constante en mi cabeza, pero con el paso del tiempo me acostumbre, es más, a mis 23 años me gusta que sea así, tan de esa forma soy que trato de no hablar con nadie, tengo muy pocos amigos y con eso me basta, si alguien que conozco me ve pero no me apetece hablarle hago como si no lo hubiera visto y me sigo de largo, la mayoría diría ese cliche de "eres antisocial", los mas cultos en cambio comentarían que tengo un principio de misantrópia. 

Era tarde ya, la clase parecía interminable, pero si tuvo su fin, salí yo con el deseo de llegar a mi casa y contarle a mamá respecto a la discusión teórica de la clase, que había girado en torno a los problemas vacíos de la economía política. Mi mamá siempre me escucha atenta aunque no entienda del todo lo que le comento, después cenamos, bromeamos y vamos a dormir, quería yo llegar a esa rutina, pero la vida tiene un sentido del humor barato y eso lo aprendí ese día. 

Llegue a la estación del sistema de transporte colectivo mejor conocido como "metro" un gran tren naranja, si no vives en la ciudad de México no sabrás que existe una división de hombre y mujeres ¿Por qué? Porque algunos hombres tienden a acercase mucho a  cuerpos ajenos y femeninos, eso es incomodo, bueno tal vez no para todas pero si para muchas, así que a petición de un grupo de feministas se abrieron solo unos vagones para que viajen únicamente mujeres y para esos vagones me dirigí yo, pues no me gusta la cercanía de otros cuerpos con el mio.

Al llegar al lugar asignado vi algo que me llamo la atención, al principio con la primera mirada vi una plasta verde con piernas, mi curiosidad es fuerte y volví a voltear, decidí mirar más. Era una chica con sombrero de bombin, pelo largo, chino y tal vez teñido, un saco negro largo que le llegaba arriba de las nalgas, una mallas verdes color sapo y bajo estas unos calzones color naranja que me hicieron reir, pero eso no era todo, tenía un cinturón de cuero gastado y en la espalda pegada al cinturón una figura verde hecha de plástico rígido que parecía una planta de mariguana, me sombro debo agregar porque parecían alas, alas de mariguana, esto era un chiste surrealista y volví a reir para mis adentros. !Que chistes cuenta la ciudad! pensé.

Por supuesto me aleje de ella, no quería que me viera y  yo no quería verla por más que me llamara la atención. Recuerdo que traía puestos mis audifonos pero no escuchaba nada de música, estaban apagados. la verdad no se porque, puesto que siempre sin excepción escucho algo. 

Vi de repente como unas chicas llegaban y se acercaban a la niña con las alas de mariguana, se burlaban, lo vi en sus caras, en sus expresiones, agudice el oído para saber que pasaba 
-Que ridículo andar así en la calle- Decían. Yo me quede pensando ¿Por qué esta chica sale así a la calle? !Ah¡ es  31 de octubre que despistada soy, no es ridículo, en este día tal vez hasta es valido. 

Sin embargo la chica parecía avergonzada y comenzó a caminar hacia donde yo estaba, !Horror! pensé -Aléjate- pero no, se planto justo a lado mio. Me sonrío, me percate de su cara por primera vez, su belleza era rara, tal vez a ella si volteaban a verla, le devolví la sonrisa, ¿Por qué hice ese gesto? Yo no hago esas cosas, ni modo, lo hice y ya, fue eso sin duda un grave error. 

Esperaba que llegara el tren y quería que llegara ya, para poder alejarme de ella, sin embargo ella no se alejó de mi.
-¿Qué escuchas? me pregunto, me quede atónita y conteste sincera porque no tuve tiempo de crear una mejor respuesta.
-Nada, no escucho nada, no se porque traigo puestos los audifonos.
-Me hubiera gustado saber. Contesto.
No respondí, no supe que responder. Llego el tren !Por fin¡ dije, ella me miro. Entre en el vagón y camine unos pasos intentando que se alejara de mi, me senté en un asiento alejado y por desgracia me siguió y se sentó junto a mi. !Mi Dios¡ Pensé, intente prender mi aparato mp3 para escuchar música, cualquier cosa, pero ella no lo permitió, me dijo
-¿Te parezco ridícula? Yo sonreí
-No, no me lo parece, es más, me parece que es muy creativo tu traje (¿Es traje? dude).
Ella sonrió, parecía que con mi respuesta le regresaba la alegría y el color a su cara, yo por mi parte y no se porque también me sentí aliviada.
-Esas de allá, las que no dejan de verme, se burlan de mi y me sentí vulnerable. Dijo.
-Pues supongo que es envidia, tal vez ellas quisieran ponerse ese traje, pero no tienen agallas, tú si. !Pobres de ellas¡. Su sonrisa fué mas grande, pensé, que estoy haciendo, ¿Por qué le hablo? -oye- me dijo, -¿Me acompañas a la fiesta?, yo sonrei, le dije que no me apetecía, que no tenía un disfraz tan bueno como el suyo y que tenía que llegar a casa. 

Fue un intento de despedida, pues se agotaban las estaciones, tenía que bajar del tren y seguir mi recorrido a casa, se quedo callada y le dije
-Bueno, cuídate. En cuanto me pare tomo mi brazo y me comento, -también me bajo-
Nos bajamos pues del vagón, me quede parada en el anden observándola y ante eso de repente el anden quedo vacío o eso fue lo que sentí.

Me miraba, pense, "sería bueno ir con ella, llamar a mamá y decirle que mi mejor amiga me había invitado una copa porque tenía problemas, entonces tomaría la mano de aquella chica y correría a ese nuevo mundo al que me invitaba, imagine la fiesta, llena de gente nueva, bailando y besándose  con música ruidosa y de moda, por un momento estuve a punto de decir que si, de ir, de perderme en aquel regalo que me ofrecía". 
-No, hoy no, si hubiera sido otro día, tal vez si, te acompañaría, pero esta vez no.

Tal vez el tiempo que me quede pensando todo aquello le pareció infinito, pero espero firme mi respuesta y mis palabras no la desalentaron.
-Bueno, no voy y me quedo contigo, dijo. 
¿Pero que diablos está pasando? pensé, esta chica que quiere, ¿Que quiere de mi?
-¿Como te llamas? le pregunte
-Soy Laura, de ti no me importa el nombre, creo que quiero otras cosas, dijo.
Me asuste, me asusto su respuesta y sus palabras. 
-No, le dije. No, no soy eso que tu estas pensando, yo solo quiero ir a casa.
-Ok, ok, solo te pediré algo y espero que accedas, no hagas que me quede aquí esperando, lo que te pida solo hazlo, dijo. Bésame.

Yo me acerque a ella, parecía de 16 años, comencé a temblar, acerque mi mano a su cara y la toque, era tersa y suave, cálida y me pareció limpia, estremecí un poco, se dio cuenta de ello, tomo mi mano y la beso. 
-Tal vez si hubieras llegado otro día, a otra hora, en otro instante y en cualquier otro lugar, nos hubiéramos ido juntas a donde tu quisieras, pero hoy no estoy para sorpresas,  fracasos o tristezas, hoy como ya te dije, quiero mi casa, mi cena, mi platica con mama y mi cama, quiero algo distinto y nada tiene que ver contigo, no es un rechazo hacia ti, es por todo lo que te rodea y a lo cual yo no estoy dispuesta.

Me di la vuelta y la deje ahí, después de unos pasos voltee mi mirada hacia ella, pero ya no estaba ahí, el anden me pareció un mar de gente, ella se había perdido en ese mar.
Yo seguí caminando en dirección a mi hogar.



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