lunes, 12 de noviembre de 2012

Las noches sin clonazepam.

Son las dos, tres, cuatro de la mañana... No se, no me importa, mi cama huele mal, como que no le he cambiado las sabanas en años, no recuerdo cuando fue la ultima vez que lo hice e igual no me interesa, huele a mi, tal vez es eso.

Busco en mi buro la caja del clonazepam, estiro mi brazo y mi  mano toca la caja vacía !Que perra suerte tengo, ya no hay! ¿Qué voy hacer? pienso. Nada, no voy hacer nada, no por hoy, ya no queda mucho que hacer de todas maneras. 

Pongo la almohada sobre mi cara, tal vez me asfixie jajaja no, no tengo huevos para eso.

Vienen imágenes a mi, como aquella en la cual me trajiste serenata,  recuerdo que no quería salir, las malditas trompetas sonaban fuerte y solo me quería esconder en el baño, nunca he tenido agallas para dar la cara y ahí yo misma me di cuenta de ello, sin embargo y a pesar de mi, abrí la puerta y te abrace, como se abraza cuando se ama, con los brazos  colgados al cuello y con la mirada dándote las gracias.

Mira ahora, tal vez estas acostado junto a otro cuerpo que por supuesto no es el mio o tal vez estas despierto pensando en llevarle serenata a ella también, los hombres siempre han sido muy predecibles.

Mientras tanto yo estoy aquí, tratando de ahogarme en cualquier droga o alcohol barato, me dejaste tan mal que no he podido levantarme y seguro así seguiré por un mes más.


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